En un tema tan sumamente delicado como el número de fallecidos en la pandemia, algo no va bien. No me parece correcta la estrategia de escalada que está teniendo la derecha a la hora de mercadear con este asunto.
Al igual que en una guerra o en una catástrofe natural, la valoración global nos indican que son demasiados. Es difícilmente asumible para nuestra sociedad no comprender la dimensión de la tragedia.
Si tenemos que luchar contra sus efectos, acompañar a las víctimas, diseñar escenarios de prevención y de actuaciones posteriores, no es sensato entrar en una dinámica de si han sido 20, 30 o 40.000. Son demasiados. Son muchísimos.
Y como en cualquier desgracia imprevisible, desde el primero al último merecen nuestro respeto y permanecerán siempre en nuestra Memoria.
Por eso, ahora, a posteriori, como coloquialmente se suele decir, no es el momento de marcar las diferencias por una cuestión estadística.
Es el momento de estar al lado de todos los Gobiernos implementando políticas que nos permitan atacar los frentes que han ocasionado estas desgracias.
Es el momento de fomentar la investigación y de procurar que la recuperación de las víctimas que han salido de los hospitales sea lo más rápida y eficaz posible.
Es el momento de volcar todos los recursos económicos a nuestro alcance para sobrellevar la crisis económica que se avecina.
Es el momento de procurar que no se produzcan estallidos sociales donde determinadas ideologías extremas aniden para perturbar el orden público. No queremos la idea de, cuánto peor, mejor, en la que se desenvuelven extraordinariamente bien algunos.
Pero sobre todo, y perdonen por la reiteración, es el momento de tener presente, en nuestro interior, las voces, el ejemplo de vida, la imagen, de tantos miles de personas que nos han dejado de la manera más imprevisible, y por tanto, más injusta, que nadie podría esperar.
No van a ser instantes meramente para el recuerdo y la nostalgia que se pierdan con el avance del tiempo.
Por el contrario, tienen que conseguir vernos preparados para que luchemos juntos y aprendamos de los errores, también entre todos.