Señalaba el periodista Francisco G. Basterra, que esperemos que en un futuro próximo, tras la actual pandemia, no despertemos a una peste peor: la antidemocrática. Sin embargo, no parece que los indicadores nos lleven por otro camino.
Tras lo vivido por aquellos que, paradójicamente, reivindican libertad, mientras ostentan orgullosos sus reivindicaciones y símbolos de dictaduras felizmente sepultadas, nos encontramos en una encrucijada en la que tendremos que aprender a valorar aquellos principios por los que los que nos precedieron lucharon durante varias décadas.
El dotarnos de normas de convivencia no exime de la posibilidad de críticas, pero siempre dentro del sistema.
No olvidemos que los estados de alarma deben ser un paréntesis y una excepción. La normalidad para muchos de nuestros semejantes era ya la crisis, la cual ahora se ve mucho más acentuada.
Y en lugar de pelear por combatirla, desde las derechas se pretende sumar al acoso y derribo de los que se empeñan en revertir la situación de penuria.
Es curioso, pero da la sensación de que no nos encontramos a nadie de los que enarbolan las banderas de la patria, presumiblemente sólo suya, en las largas colas en búsqueda de alimentos que se desarrollan en las grandes ciudades de nuestra querida España. Tampoco a aquellos que agitan menajes de cocina, que supuestamente sólo ven ocasionalmente en algunos concursos de televisión. Ni tampoco a los que berrean subidos a automóviles descapotables de lujo. Ni delante de los mostradores que expenden la ansiada ayuda, ni, evidentemente, detrás.
Por todo ello, da pena pensar que, en lugar de fortalecer la Democracia coadyuvando en pos del bien común, determinados grupos se dediquen a cavar la trinchera de la división.
El virus se extiende, se propaga, se contagia. Pero también se combate, se estudia, se documenta, se previene. En el caso del sanitario, quiero pensar que lo tenemos todos bastante claro. En el de los valores, lamentablemente, cada día que pasa, me genera más dudas.
Luego dirán, diremos, que juntos somos más fuertes.