Tanto los movimientos acontecidos antes de las elecciones electorales del domingo, como la propia campaña electoral, e incluso las prospecciones de futuro inmediato, nos vienen a dar que pensar que muchos han estado practicando ejercicios de peligrosa acrobacia socio-política y que, aunque todas las exteriorizaciones devienen en la exageración, no han dado, para algunos, los resultados previstos de antemano.
Cada uno sacará sus propias conclusiones, pero nadie podrá poner en duda que España ha vuelto a respaldar las políticas de izquierdas. Algunos dirán que han subido, otros que se han mantenido, incluso tendremos casos en los que se pretenderá justificar una estrepitosa derrota. Sin embargo, lo que es mucho más que una evidencia, es que el PSOE ha sido la fuerza más votada. Y además con mucha diferencia. Todas las veces que lo repitamos, llegaremos al mismo destino: los socialistas han ganado las elecciones del 10 de noviembre.
La razón principal es porque no nos hemos movido de nuestro lugar en el espectro. No hemos traicionado nuestros principios y hemos reivindicado orgullosos nuestros valores. El votante ha sabido reconocerlo. Y ahora tiene que ser mucho más sencillo entendernos con fuerzas políticas próximas a nuestro modo de ver la vida, el mundo y la política.
El efecto contrario ya lo conocemos. Partidos que al traicionar su primogenia ideología han sufrido tal batacazo, que han ocasionado un crecimiento de aquellos que parecían vestigios testimoniales de épocas pasadas, afortunadamente superadas y casi en el olvido, cuando no en la marginación. Ahora salen muy fortalecidos, pese, no lo dejemos de lado, a seguir siendo poco determinantes, tanto en el Congreso como en el Senado.
No es una buena noticia este crecimiento de la extrema derecha para los defensores de los Derechos Humanos, la convivencia pacífica y diversa o la búsqueda de corregir desequilibrios entre los desiguales. Pero les combatiremos desde la Democracia. Les combatiremos con la fuerza de la palabra y con la energía de los votos.
Los progresistas estamos dispuestos a poner todo nuestro empeño en que los únicos gritos que se oigan en la calle sean los de la solidaridad. Ese es nuestro “ a por ellos…”