En muchas ocasiones consumimos nuestras energías en debates en los que, por un lado se entra en un bucle y por otro, todas las partes insisten en tener razón. Y no sólo eso, también inciden en que el resto no la tiene. Y se aprestan a presentar, casi a enumerar, un listado de argumentos que acrediten que lo que señalan es lo que de niños decíamos “ verdad, verdadera”.
Luis Landero, a través de uno de los personajes de sus obras, precisaba algo que podría emular el juicio anteriormente citado. Venía a convenir que los conflictos mínimos devoran nuestras energías.
Nos fijamos objetivos importantes, trascendentales, con consecuencias para mucho tiempo. En lugar de prepararnos para ello, nos encorsetamos y bloqueamos por problemas menores, de, en principio, fácil sustanciación, siempre y cuando tengamos voluntad y claridad en un destino único.
De esta forma, barajamos ante el conflicto un montón de posibilidades, de salidas, que hacen que su resolución convierta la solución en un elevado nuevo número de potenciales dificultades.
Acabamos de percibirlo en el largo transitar de cara a la formación del próximo Gobierno de España o, en su defecto, la convocatoria de nuevas elecciones.
Se han escrito miles de líneas en los medios de comunicación. Se han consumido cientos de horas en las tertulias políticas de televisión y radio. Se han encendido acalorados e interesante debates en el seno de las diferentes fuerzas políticas.
En el caso que más conozco, el PSOE, con la responsabilidad de formar Gobierno, ha estado desde el minuto 0 buscando hacerlo efectivo. De todas las formas imaginables: con propuestas de Gobierno en solitario con apoyo programático externo, con Gobierno en el que participen independientes próximos al entorno de las fuerzas políticas más afines, con Gobiernos de coalición ( minusvalorando de forma despreciativa su interlocutor la oferta), con llamadas a la colaboración a diestro y siniestro. De la confianza hablaremos en otra ocasión.
Y todo esto partiendo de una realidad incontestable: el PSOE no tiene mayoría absoluta. Necesita apoyos. Pero con Podemos en solitario no era posible.
Quizás ahora…