En 2017 se cumplieron 15 años de la constitución de la Asociación Regional de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEX). Por este motivo, ha estado circulando por toda la región una exposición bajo el sugerente título: “Tras las huellas de la Memoria”, con el apoyo de la Diputación de Badajoz.
Hemos podido comprobar un éxito clamoroso de público, el cual podía asistir a echar una mirada a la información de los paneles, que trataban de mostrar el trabajo realizado durante estos años. A ello se le unía un atractivo ciclo de cine sobre la misma temática.
El objetivo principal, como detallan sus protagonistas, era rescatar a las familias del olvido. En efecto, en muchas ocasiones hemos narrado, cómo con detalles de proximidad, se puede enjugar el dolor causado durante tantos años. Y creo, que a estas alturas, nadie duda que se merecen, tanto un reconocimiento, como el que fundamentalmente a través de la educación y la información, se contribuya desde los poderes públicos, a restaurar sus derechos.
Derechos en multitud de casos a recibir una sepultura digna. Derechos, en muchos otros, a que se conozca la labor de las víctimas por el fortalecimiento de la Democracia. Derechos y libertades, en otros, sustraídos a las familias que tanto padecieron en silencio.
Me quiero referir en especial a las mujeres, represaliadas de tantas maneras ( física y moralmente). Nos queremos referir a las tan recurridas fosas que siguen poblando nuestras cunetas. Me quiero referir a las consecuencias, nunca expresadas con nitidez, que tuvo el vivir en un régimen que anulaba la discrepancia por medio del terror y la coacción. Aprendamos.
Un último ejemplo de la necesidad de la denostada por la derecha Educación para la Ciudadanía, es lo que ha pasado recientemente en La Albuera. Allí, cerebros deshabitados han dañado el monolito a las víctimas del franquismo que honraba su memoria.
Necesitamos leyes, pero sobre todo, necesitamos que se apliquen.