Ayer presentamos la biografía que el periodista Florentino Velaz ha realizado sobre Juan Iglesias Marcelo. Resulta imposible, por motivos de espacio, reseñar las líneas principales del contenido que trata el libro, si bien ya lo haremos en una publicación especializada.
Reservemos pues, este momento, para trazar algunas de las sensaciones que he recibido. Conozco a Juan desde hace muchos años. Aparte de ser un personaje tremendamente encantador, en el amplio sentido que tiene esta palabra, reúne un dilatado elenco de historias dentro de su propia historia.
Pasando por una infancia, influenciada por su abuela Regina, quien le transmitió hondamente los valores de la izquierda democrática, llegaremos al joven que supo superar las dificultades de la vida familiar para crecer en su educación y construir una sólida formación.
Profesor de filosofía, inspector de educación, poeta y amante de la cultura, enlazó con una apasionada transición que le supo poner, dentro del ala más reformista del PSOE, en el centro de la acción política de la provincia de Cáceres.
Su primera experiencia en la vida municipal como concejal le daría paso en las siguientes elecciones a ser el primer alcalde socialista tras la vuelta de la democracia. No enumeraremos aquí el ingente caudal de su legado. Bastaría sólo con citar como, bajo su mandato, Cáceres fue nombrada Patrimonio de la Humanidad, o, a diferencia de lo que sucede hoy en día, supo repartir responsabilidades con los compañeros de la oposición, o temas más singulares, como la regulación de la venta callejera de leche, el mercadillo de Camino Llano, la iluminación de la parte antigua…
Compaginó su trabajo con su actuación en el Senado, donde tuvo una intensa actividad en la Comisión de Educación. Muy anecdótica fue su intervención en el debate sobre la desaparición de la letra “ñ” de los teclados de algunos ordenadores.
Culmina su vida pública de una manera extraordinariamente brillante: presidiendo el Consejo Escolar de Extremadura ( sin obviar su nombramiento en el año 2014 como Hijo Predilecto de Cáceres). He podido tener el lujo de vivir en primera fila, el respeto que a Juan le han tenido en toda España y desde cualquier parte del espectro político. Era impactante comprobar cómo cuando hablaba se imponía el silencio que precedía, siempre, al encendido aplauso. Como ayer.