Decía un compañero, con razón, que no nos dedicamos a leer encuestas sino a ganar elecciones. Yo agrego que ganamos elecciones para transformar la realidad porque nadie puede poner en tela de juicio que tanto a España como a Extremadura, la transformación y el progreso, con la igualdad y la justicia social como principios, ha llegado de la mano del PSOE.
Dicho esto, es necesario recalcar el hartazgo de la gente al fuego cruzado y vacío como programación estrategia inmediata. No sirve a nadie este juego de acusaciones, porque no soluciona ninguno de los graves problemas que tenemos como país. A estas alturas queda claro que se ha polarizado en tres el abanico electoral: derecha, izquierda y abstencionismo.
Las y los socialistas no defendemos la polarización, ni la buscamos, porque la construcción de un país serio, un país que pensemos y construyamos para –como mínimo- los próximos 15 años, necesita acuerdos amplios y regeneración, o al revés. Debemos quitar del sistema toda práctica corrupta y dejar muy claro que tenemos que debatir y consensuar entre todas las fuerzas políticas, las grandes transformaciones que nos pide España.
Para ello y por ello, a pesar del cansancio de la gente, tenemos que tomar estas elecciones como una oportunidad de oro para cambiar el gobierno nacional, un gobierno que ha hecho del inmovilismo su estrategia, de la corrupción su compañera y de la mentira a la gente la táctica para favorecerse a sí mismo.
El PSOE tiene una idea de país que necesita de la movilización para que el 26 de junio empiece, con bases sólidas, el cambio que buscamos y queremos para España. Las convicciones deben aflorar en forma de votos y mientras otros intentan favorecer el desánimo y la desesperanza para que la gente no vote, nosotros estamos haciendo todo lo contrario.
Hay que votar para cambiar, la ciudadanía es protagonista, una vez más, de lo que vaya a suceder a partir del día 27 de junio y no podemos darnos el lujo de caer en la indiferencia. Con cuatro años más de Rajoy, Extremadura seguiría caminando sola y con la hostilidad de siempre por parte de una derecha que cree que la democracia es el arte de mandar.
Por tanto, tenemos que salir a la calle con la frente alta, mirando a los ojos de la gente, sabiendo que somos herederos de principios maravillosos que han hecho de España y de Extremadura lugares diferentes y de futuro. Ahora, en 2016, estamos ante la encrucijada más importante: votar para cambiar o seguir con la derecha al ritmo de excluidos y desigualdades.