Hoy hemos preferido parafrasear el título de esta bonita canción de Extremoduro con un claro propósito: trasladar el mensaje de que muchas veces nos preocupamos de los datos macroeconómicos, de las cuestiones eminentemente materiales, de los dimes y diretes entre unos y otros, de los contubernios, de los falsos apoyos, de las encendidas promesas…..
Sin embargo, aunque no los obviemos, quedan en un segundo nivel los sentimientos, las emociones, las pasiones. El otro día, escuchaba a Guillermo Fernández Vara reclamar el cambio que une con una sencilla fórmula: dejemos de ver a los responsables públicos como altos funcionarios y mirémoslos como gente accesible. Él lo ha entendido muy bien.
Por muchas vueltas que le demos a nadie podemos ocultar que buena parte de nuestro entorno lo está pasando realmente mal. Es plausible el deseo de ayudar. Es agradecido el volcarte en los demás. Es justo dedicarte a hacer un poco mejor la vida de los demás. Pero sin resultados, todo esto queda, como dicen los contemporáneos “ en la nube”.
Hace poco una compañera me recordaba que los programas electorales están para cumplirse. En Extremadura, salvo para aquellos empeñados en negar como San Pedro, una y otra vez, es evidente que la denominada Agenda del Cambio lleva una excelente hoja de ruta recorrida.
Por esa razón los socialistas, ahora inmersos en la elaboración de nuestras propuestas electorales, debemos ser atrevidos. Lanzar la ideología al debate. Recuperar el orgullo, sí el orgullo, de nuestra centenaria Historia a la izquierda del espectro político. En fin, sumar a las cuestiones sociales, que tanto nos han caracterizado, el corazón. Y expandirlo.
Termino como comencé, con el sonido áspero y a la vez dulce de Robe Iniesta: “quisiera que mi voz fuera tan fuerte, que a veces retumbara la montaña y escucharan, la gente social adormecida, las palabras de amor de mi garganta”. Ama y ensancha el alma.