BICOBRA
Pese a que pueda parecer lo que algunos llaman populismo oportunista, no es menos cierto que en una época de enorme incertidumbre, cuando miles de familias, no van a poder pagar, por ejemplo, la calefacción o la factura de la electricidad ( bienes que por otra parte debería tener cubierto, mínimamente el Estado, si bien ese es objeto de otro artículo) nos encontramos, día sí, día también, con personajes cuyos salarios, no sólo los políticos, se diversifican, multiplican, aparecen en blanco, en negro o incluso en lo que hace años se denominaba ingeniería contable.
Son los que un avispado periodista citaba como “ bicobras”. Es decir aquellos que, partiendo de unos emolumentos normales, incluso me atrevería a decir no suficientemente reconocidos para la función que desempeñan, aumentan sus retribuciones sumando las aportaciones de otras fuentes, por lo menos dudosas, cuando no ilegítimas.
Claro está, que en la mayoría de las ocasiones podrán justificarse o argumentarse dentro de la normativa vigente ( en otras raya el delito), sin embargo resulta desde cualquier punto de vista indigno que se llenen la boca con la presunta defensa de las condiciones de vida de los ciudadanos y mientras asistamos atónitos a cómo no se corresponde su realidad personal con la colectiva.
Y quede claro que lo que debemos perseguir es una igualdad, pero por arriba. No se trata de atacar la posibilidad de vivir bien. Se pretende que lo seamos la mayoría. No se critica que se goce de una buena vivienda, un coche y unas vacaciones anuales. Se tiene que luchar para que se garantice eso para todos. No queremos evitar que a nadie se le impida el acceso a la sanidad, a la educación o a los servicios sociales privados. Se tiene que exigir que no haya más recortes en los servicios públicos imprescindibles.
Ante las situación actual no tiene que llamar la atención las constantes movilizaciones en la calle. La petición continua a que las grandes decisiones sean consultadas a la ciudadanía. La demanda de más calle y menos micrófonos. La apelación al contacto directo con la gente y menos cuadrillas corporativas.
El concepto de masas que había quedado diluido con el artificial aumento de nuestro estado del Bienestar aparece ahora sustituido por las “ mareas”. Esperemos que este invierno no se combata el frío con algo más que el calor de las protestas. Evitemos y condenemos la provocación.La primavera este año vendrá con más ganas de cambio que nunca en las últimas décadas.
No vaya a ser que tengamos que rememorar a Sabina cuando cantaba aquello de “ Marx recomendó a los suyos que no llegaran tarde a la dulce hoguera de la insurrección”.