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SE HUELE EL CAMBIO
Así es, desde las últimas semanas ha cogido fuerza la sensación, (y, ¡qué importantes son a veces las percepciones!) de la necesidad de un cambio en Extremadura. Se huele, sí. Fundamentalmente tras la imagen que la derecha regional está dando, una y otra vez, fuera de nuestra Comunidad.
Aquí, ya estamos acostumbrados al toma y daca de querer contaminar cualquier atisbo de crítica con la desviación del interés hacia otros asuntos o bien la huida hacia adelante, profundizando en asuntos que no son el objeto de atención, pero que presuntamente pueden ser utilizados para justificar actuaciones objeto de denuncia.
Parece mucho más preocupante que tengamos los extremeños, por culpa de la mala gestión de comunicación de un tema estrictamente público, que sufrir las mofas de buena parte del resto de España. De esta forma la marca Extremadura aparece impregnada del hedor que desprende la torpe retahíla de tópicos sobre el amor al pueblo, los kilómetros recorridos, la “piel en el camino”, el justificante del Carrefour, la antena parabólica, las idas y las vueltas, el duro trabajo.... cuando no se corta de raíz y rápido a lo que se cuestiona. Ganaríamos todos. Nos quedaríamos tranquilos. Nos podríamos dedicar a lo que de verdad interesa a la mayoría.
Por eso, insisto en que se precisa un cambio. La izquierda no puede permitir que este mensaje de obsesión por las cosas que no dan de comer cale en las preocupaciones de la ciudadanía. Hay muchas otras formas de gobernar. Hay muchas otras formas de salir del desastre. Hay muchas alternativas para salir adelante. Con dignidad y con el honor que algunos atribuyen como algo unido a su situación personal obviando la falta de respeto que se está ocasionando a sus representados con la interminable continuidad de este sainete.
Hace unas décadas en España nos impregnamos de la ilusión del cambio. “Por el cambio” se entonaba entonces. Ahora volvemos a suspirar por recuperar la alegría. Por volver a coger la senda del progreso. Por recordar periodos continuados de prosperidad y modernización de nuestro país.
En Extremadura, si cabe, con más razones. Es imprescindible aligerar el enorme hueco de desigualdad que se está produciendo como consecuencia de las políticas conservadoras más preocupadas de cuadrar las cuentas que de poner nombres y apellidos a los sufrientes.
Pero la gente tiene memoria. Se acordará en mayo de aquellos que les han hecho padecer mientras entretenían el tiempo dedicado a las funciones públicas en otros menesteres. Claro que se huele. Cambiaremos.