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OBISPOS DE CORIA-CÁCERES: Manuel Llopis Ivorra (6)

03 marzo 2016

Nacido este Obispo, en Alcoy, el 17 de enero de 1902, de origen humilde, llegaría trabajar en una fábrica, durante algún tiempo, hasta el año 1917, en...

Nacido este Obispo, en Alcoy, el 17 de enero de  1902, de origen humilde, llegaría trabajar en una fábrica, durante algún tiempo, hasta el año 1917, en que inició la carrera eclesiástica en el Real Colegio Seminario Conciliar “Corpus Crhisti” de Valencia, obteniendo, más tarde, una beca en el Colegio del Patriarca. Es ordenado sacerdote el 18 de noviembre de1929, tras haberse licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Valencia. 

 

Su primer destino fue el de capellán del Santo Sepulcro de Alcoy, cargo que desempeñaba al estallar la guerra, en que pudo salvar la vida y al que se integró en 1939, trabajando también en la vida parroquial para la reconstrucción de los templos de la ciudad que habían sido arrasados totalmente, por lo que, en 1941 sería nombrado arcipreste de Alcoy. 

 

Y nombrado, al año siguiente, párroco del Santo Ángel Custodio de Valencia, una de las varias parroquias que habían sido creadas en la capital por el Obispo Dr. Melo, al dividir la amplia feligresía de la de San Juan y San Vicente,  en la zona de la Gran Vía, una de las más pobladas de la ciudad. Fallece en 1981, en Moncada (Valencia),

 

Pronto brillaría por sus dotes de entrega y ardor apostólico, por lo que su trayectoria no iba  pasar inadvertida para la Santa Sede, a la hora de elegir Prelado para la Diócesis vacante, entonces llamada de Coria.

 

Había sucedido al Obispo murciano, el Dr. Francisco Cavero y Tormo, como premio-se dijo- a tan meritoria labor apostólica-, siendo consagrado Obispo de Coria, el 30 de abril de 1950, por el nuncio papal, monseñor Dr. Cicognani, asistido por el arzobispo de Valencia, don Marcelino Olaechea, y el obispo de Mallorca su condiscípulo, el Dr. Hervás, que luego se hizo famoso con los “Cursillos de Cristiandad”, de gran relevancia popular. 

 

Su lema episcopal sería: “Omnibus Omnia factus sum, ut omnes facerem salvos”( “Estoy dispuesto a entregar todo a todos, para que todos se salven”). Si el Prelado Cavero y Tormo destacó como hombre de brillante pensamiento teológico, publicando extensas y profundas pastorales, el Obispo Llopis iba a sobresalir por su talante organizativo en las más diferentes empresas evangélicas y actividades religiosasmás a través de incontables proyectos materializados en obras abundantes, de las que dan fe las hemerotecas, las imágenes de las mismas o sus huellas.

 

El nuevo Prelado, de sólo 48 años de edad, es decir, en la plenitud de su vida pastoral, hacía su entrada triunfal en la ciudad de Cáceres, un 11 de junio de 1950, con un semblante sonriente y escoltado por las autoridades civiles de la época, lo que vino a ser un claro anuncio de lo que fue su largo pontificado de 27 años. 

 

Su gran carisma y simpatía, reconocidos por todos, hicieron que muy pronto pudiera captar voluntades  y concitar, tras de sí, un buen cúmulo de ilusiones, que llegaron a hacer que la diócesis cauriense diera un gran paso en la modernización de todas sus estructuras eclesiales.  

 

Llopis Ivorra fue un personaje omnipresente en la dinámica sociológica, religiosa y política de la provincia, en aquellos años en que el “establishment” franquista auspiciaba y alentaba el denominado nacional-catolicismo, lo que supondría un estrecho maridaje entre la iglesia diocesana y las autoridades político-militares de aquellos años. Esta situación se mantendría hasta que los nuevos aires del Concilio Vaticano II empezaron a resquebrajar a aquella pedagogía pastoral, ajustada a las directrices del más exigente mensaje tridentino. 

 

Uno de los primeros proyectos del nuevo Prelado fue lograr que Cáceres se convirtiera, junto a la “casa matriz” de Coria, con su hermosa catedral, en otra capital de la Diócesis, lo que produciría en la ciudad del Alagón una fuerte contestación, luego dulcificada tras la construcciónen ella, de un Seminario Menor.

 

Lo que se empezó a mover en el año 1953, en que tal acuerdo se firmaría por el Estado español y el Vaticano el Concordato, lo que llevaría aparejado el que la ciudad de Cáceres se convirtiera en capital, junto con Coria, de la diócesis, ya bajo la denominación de Coria-Cáceres, a partir del año 1955, por documento pontificio del papa Pío XII.

 

Puede decirse que, desde entonces, el Obispo Llopis se establecio en uno de los palacios que la mitra de Coria tenía en Cáceres, mientras era destinada para concateral la iglesia arciprestal de San María, de muy hermoso interior, de acusado goticismo. 

 

Su testimonio emblemático residió, sin duda, en la construcción de un amplio y moderno Seminario Mayor, obra terminada en 1959, en la que estuvo involucrada la aportación  entusiasta de todos los diocesanos, más el apoyo generoso de todas las instituciones provinciales.

 

Abundarían las campañas “Pro Seminario”, en que e involucraron todos los sacerdotes y propagandista de Acción Católica, así como otros colaboradores que recorrieron todas las localidades de la diócesis, organizando  actos públicos y veladas literarias a las que acudía numeroso público.  

 

De esta manera, el obsoleto Seminario de Coria, quedaba desplazado por el cacereño, de nueva planta, ya adaptado a las modernas exigencias que pedía la Iglesia, casi en los albores del Concilio Vaticano II.

 

No fue menos importante su labor social, creando, por ejemplo, la Asociación Benéfica Constructora. “Virgen de Guadalupe”,que llegó a propiciar a las clases modestas de Cáceres 1.600 viviendas, que, posteriormente integraron la llamada Barriada de Llopis Ivorra, en el popular sitio “El Carneril

 

Y, junto a su labor social, surgirían otras facetas del Obispo constructor, levantando en las inmediaciones del santuario de la Patrona de Cáceres, la Virgen de la Montaña, la Casa de Ejercicios Espirituales, amén de construir el espléndido edificio “Coliseum”,en la gran Avenida de España, de la misma ciudad. 

 

Fue decisiva su labor pastoral, incrementando parroquias y arciprestazgos, fundaría las Cáritas Diocesanas y creó el “Convictum Sacerdotal”. Al tiempo que realizó ciertos reajustes con las diócesis de Ciudad Rodrigo, Plasencia, Badajoz y Salamanca, creó la “Cátedra de Pío XII”, por cuya tribuna pasaron las voces más autorizadas de la provincia y de la ciudad, e infundió nuevos bríos a la Cofradía de la Patrona, la Virgen de la Montaña. 

 

Pero el tiempo de Don Manuel Llopis Ivorra no careció de algunas sombras, sobre todo, cuando, al principio de la década de los 70, se aferró a su espíritu conservador, sin ver la evolución que marcaban  los nuevos aires del Concilio Vaticano II. Su anclaje en el pasado quedaría constatado, de forma elocuente, al celebrarse la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes, en la cual un grupo de clérigos diocesanos, bajo ambiente de cierto malestar, cuestionó la situación; la que, con posteridad, tuvo su reflejo en la misma autobiografía del llamado “Cardenal del Cambio”, monseñor Tarancón (1996). 

 

Pero la síntesis de este pontificado viene definida, en general, por un balance altamente positivo, pues supone una época de oro en la pequeña historia de la diócesis de Coria-Cáceres.  

 

Se ha de añadir a cuanto llevamos dicho que los sacerdotes que trajo el Obispo Llopis, de Valencia, en donde sería párroco del Santo Ángel, fueron todos ellos preciosos instrumentos para su ayuda en la diócesis. A saber: Don José Martínez Valero, canónigo maestrescuela y vicario general, durante todo el episcopado de nuestro Prelado; Don Manuel Durá Sanz, que sería rector del Seminario Menor de Coria; Don José Tomás Benedito, que llegaba a ser Secretario General de la Diócesis, y Don Leopoldo Silvestre Miralles, mayordomo del Seminario. 

 

Otras actuaciones del Obispo Llopis fueron:

Creó el Instituto Sacerdotal Diocesano, San Pedro de Alcántara.

Creó 21 nuevas parroquias. 

Aumento de los arciprestazgos 5.

Promovió la coronación de la Patrón de Coria, la Virgen de Argeme.

         Estableció la A. C: en todas las parroquias.

La Jornada de Caridad.

        La Hoja Parroquial.

Numerosas Casas parroquiales.

La Casa Diocesana de Ejercicios, etc. etc.

 

Dada su relevancia en la diócesis, el Obispo Llopis fue nombrado Hijo Adoptivo de Cáceres, así como Medalla de Oro y Gran Cruz del Mérito Civil. 

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