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Región Digital

Fiestas, horarios y calendarios

14 noviembre 2013

Hace unas semanas, antes de que se cambiara la hora atrasando una en todos los relojes, saltó a los medios de comunicación el debate sobre la conveniencia o no de esta medida

Hace unas semanas , antes de que se cambiara la hora atrasando una en todos los relojes, saltó a los medios de comunicación el debate sobre la conveniencia o no de esta medida y al mismo tiempo se debatía a través de tertulias y artículos periodísticos sobre el calendario de fiestas español y los horarios de comidas, de trabajo, compras u ocio de los españoles.

Los horarios de trabajo de los hispanos, todavía con una enorme mayoría de jornada partida se afirma que son de los menos funcionales y productivos de Europa. De hecho, la jornada laboral de los españoles, computada en horas anuales es de las más largas del Viejo Continente. Paralelamente, siempre en términos economicistas, la productividad de los trabajadores españoles es de las más cortas, lo cual, siempre con los parámetros numéricos que se manejan, da unos datos de competitividad de las empresas españolas claramente insuficientes.

No faltará quien atribuya parte de la crisis o las dificultades para salir de ella a la falta de competitividad de las empresas españolas, fruto sin duda, de una evidente irracionalidad en la distribución de los horarios laborales.

De los horarios de comidas, parece que somos la "oveja negra " de Europa. Desayunamos tarde y mal o muy temprano e igualmente mal por la frugalidad de nuestra primera comida, a pesar de que médicos, nutricionistas y cocineros aseguran que el desayuno debería ser la comida más importante del día. Algo de razón deben tener si tenemos en cuenta que tras el desayuno viene la parte más larga y quizá trabajosa de la jornada laboral. Esto se empieza a corregir porque el número de españoles que desayunan fuera de casa ha aumentado muchísimo en los últimos años y nos vamos pasando al zumo, café y tostadas o migas.

El almuerzo es tan tarde que a veces estamos más cerca de la cena de algunos países europeos y como mantenemos una distancia de tiempo enorme entre el desayuno y la comida hay que "cubrir este hueco" con la sanísima costumbre española de las cañas de mediodía que acompañadas de sabrosas tapas y picoteo nos permiten sobrevivir y aguantar. Por razón de pura inercia "empujamos" la cena hasta bien entrada la noche, casi hasta la media noche a unas horas imposibles para los extranjeros. ¿Quién no se asombra viendo a los guiris cenando a las siete de la tarde, cuando nosotros apenas empezamos con las cañas de la tarde? En cuanto a las cantidades, volvemos a hacerlo al revés, pues los mismos que nos aconsejaban un desayuno potente, nos aconsejan una cena frugal. Naturalmente, ni caso.

De los calendarios también se puede hablar largo y tendido siempre a partir de la constatación de la servidumbre casi absoluta de las fiestas religiosas. En los calendarios se refleja la realidad histórico-cultural de este país. Oficialmente, constitucionalmente no somos un país confesional, pero en la práctica somos un país absolutamente católico. ¿Se han parado a pensar cuantas fiestas religiosas tenemos y cuantas fiestas no confesionales? ¿Quién no ha mirado con interés al recibir un calendario de año nuevo las posibilidades de "puentes" que hay, en que día de la semana cae la Inmaculada, o el día de Navidad, cuándo llegan los Carnavales o si la Semana Santa viene pronto o tarde?

Este conjunto de singularidades, que en su día pudo alimentar el "Spanish is different" creo que por causa de la globalización, la internacionalización de la economía y ¿porqué no reconocerlo? los evidentes inconvenientes de una organización muy poco racional de fiestas, horarios y calendarios se cuestiona de forma cíclica pero no se abordan reformas que nos permitan vivir de una forma más cómoda, organizándonos mejor, tener más tiempo libre y mejor aprovechado.

En esos días previos al cambio de hora supimos que hay una Comisión formada por sociólogos, economistas, psicólogos, profesores de Universidad y otros sabios para el estudio de la racionalización y armonización de los horarios españoles. Seguro que harán unos informes estupendos que darán para varias entrevistas y tertulias sin que nadie tome medidas.

Un cambio de ese calibre requeriría un diálogo mucho más profundos entre fuerzas políticas, sindicales y organizaciones sociales. ¿Nos imaginamos un calendario distinto del actual, marcado por las celebraciones religiosas? ¿Nos imaginamos unos horarios laborales sin jornada partida en los que vas o vienes del trabajo una vez al día? ¿Nos imaginamos unas jornadas de trabajo más cortas? ¿Nos imaginamos períodos de vacaciones más frecuentes y homogéneos ¡aunque fueran más cortos!? ¿Nos imaginamos el reparto del trabajo?

En estos tiempos de agobio por el paro, la crisis económica y otros males, seguramente éste es un debate que a lo mejor no interesa, pero imaginar es empezar a proponer. Podemos, debemos imaginar que las cosas pueden ser distintas. Claro que se puede.

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