¡Quién lo diría!
Si al vecino de Granadilla que en 1964 cerraba la puerta de su casa por última vez, con lágrimas en los ojos y para no volver, le hubieran contado que un director de cine llamado Pedro Almodóvar, entonces adolescente, iba a grabar el final de su película Átame en su pueblo, seguro que no lo habría creído. Tampoco habría creído que habría una cosa que se llamaría Internet en la que aparecería aquél pequeño pueblo cacereño en fotografías, muchos años después de su abandono, en el que se hablaría y debatiría...
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