Lo único que he hecho ha sido traducirlo del portugués para se pueda entender. Está escrito por Camille Ramos y estas son sus palabras…
"Mi parto fue anormal", esa es la respuesta que la comerciante Náthali Campos de Souza da, cuando se le pregunta sobre la forma en que su primer hijo, Kauã, nació. "Forzada a un trabajo de parto" anormal ", incluso horas después de que su bolsa estalló, Náthali habla del episodio - traumático - como si hubiera sucedido el día anterior y, no, hace 15 años. Desafortunadamente, casos como los de Náthali son más comunes de lo que se imagina y caracterizados como violencia obstétrica - más un abuso y violación, entre los muchos ya sufridos por las mujeres.
La encuesta "Mujeres brasileñas y Género en los espacios público y privado" reveló que una de cada cuatro mujeres sufre algún tipo de violencia durante el parto. Es mucho más común de lo que debería, la violencia obstétrica puede ser considerada como cualquier intervención física o psicológica cometida por hospitales, médicos y / o sus equipos, que interfieren en el proceso natural del trabajo de parto, debilitando o anulando la autonomía de la mujer en decidir sobre su cuerpo y su sexualidad.
La mayoría de las víctimas son negras, adolescentes, solteras y / o pobres.
El mayor número de casos ocurre entre mujeres solteras, adolescentes, de bajo poder adquisitivo y, principalmente, negras, según un documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este era el caso de Aline Montanero, cuando en el parto de su hijo Miguel recibió 11 puntos, tras un corte justificado como una "ayuda" para el bebé nacer. "No había espacio para que mi hijo saliese. El médico me dijo que hiciera fuerza que me iba a ayudar, empujó mi barriga e hizo el corte. Miguel nació con la cabeza achatada, pero, gracias a Dios, después quedó normal ", recuerda Aline.
En Brasil, no hay una legislación específica para tratar casos de violencia obstétrica, lo que hace aún más ardua la acción de denunciar los abusos sufridos. De acuerdo con la abogada Roberta Eugênio, que actúa en la Casa de las Mujeres de la Maré, hay dificultades en encuadrar ese tipo de violencia en una legislación específica. "La legislación es vaga. "Tenemos normas que nos protegen en cuanto al error médico, al hospital y al Estado, pero sigue siendo una dificultad entender y enmarcar la violación que puede ser física y también psicológica", explica.
Por lo tanto, lo mejor en todos los casos es prevenir. Las expertas afirman afirman que la forma más eficiente para disminuir el riesgo de sufrir abusos es buscar una red de conocimiento y apoyo al parto, con grupos de mujeres, doulas y afines. En un país donde el 90% de las muertes en el parto podrían haberse evitado, es un retraso espantoso, sin duda, no tener una legislación para prevenir y castigar casos de violencia obstétrica.
Más que el dolor del parto ...
"Recuerdo que una enfermera" trepó "sobre mí con los dos codos, empujando mi barriga hacia abajo y, aún así, el bebé no bajó. Después de eso, vino el corte, sin autorización. Perdí mucha sangre. Después sacaron a mi hijo por un hierro y él nació morado, con la cabeza deformada y muy hinchada. Hasta hoy tiene una cicatriz. Náthali Campos de Souza, comerciante.
Como veis, se trata de una cuestión cuyas consecuencias van más allá de las de pasar un mal rato. Una mujer de parto debería de tener la mejor experiencia posible, tanto para ella como para el bebé pero por lo visto la humanidad no está de moda ni siquiera cuando se trata del acto más humano de nuestra vida. Es triste, muy triste.
En fin, gracias por dedicarme otro ratito como siempre, espero traeros buenas noticias la próxima vez. Sed felices.
