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Región Digital

TÚ, ORADOR. TU DISCURSO.

25 enero 2018

Si nos hablan de la Oratoria como disciplina, de cómo deberíamos elaborar un discurso, de ser un perfecto orador, hay a quien le puede salir urticaria. Parece que son temas reservados a periodistas, profesores, políticos, abogados... Pero la oratoria va más allá de todo eso y la tenemos más cerca de lo que creemos.

Hablamos de oratoria cuando deseamos y debemos hacer un uso adecuado de las palabras; nos referimos a un discurso cuando se trata de emitir cualquier tipo de mensaje; y un orador es aquella persona que hace posible que ese mensaje se lleve a efecto. ¿No es cierto, entonces, que en mayor o menor medida y dependiendo del contexto en el que nos encontremos, todos somos oradores que hacemos uso de las mejores técnicas discursivas para hablar?

 

Es, pues, una obligación de todo ser humano ser consciente de mimar el lenguaje, de utilizar adecuadamente las palabras, de pulir nuestra forma de expresarnos, sea quien sea nuestro interlocutor. Y ahora más que nunca. Las tecnologías de la información y la comunicación han ampliado de forma sorprendente las posibilidades que tenemos de crear y de difundir mensajes (escritos, orales, visuales, etc.). Nos han abierto múltiples canales que se hacen eco de todo aquello que expresamos. Por eso, la retórica, con todas sus reglas y procedimientos para enseñarnos a hablar y a escribir bien, aparece como una de las disciplinas que es necesario redescubrir en el siglo XXI.

 

Si nos remontamos a la Retórica clásica, Aristóteles -en concreto- afirmaba que para que un discurso fuera persuasivo eran necesarios tres elementos: una buena predisposición por parte del emisor (éthos), un buen puñado de emociones que reactivar en el receptor (páthos) y un contenido racionalmente convincente (lógos). Los tres, imprescindibles. Los tres, inseparables. Los tres, necesarios, perseguidos y buscados por cualquier orador que se precie.

 

¿Acaso no son los mismos pilares que debe sustentar cualquier intervención en la actualidad? ¿Quién no pretende ser lo más correcto posible con sus palabras? ¿Acaso no todos buscamos informar, persuadir, convencer, entretener o motivar a nuestro interlocutor cuando hablamos? Todos somos oradores, todos hacemos discursos, por tanto, todos debemos cuidar nuestra forma de expresarnos.

 

Hoy en día se persigue poner en valor nuestra marca personal. Mostrar aquello que nos diferencia, aquello que nos hace únicos. Es ese éthos que deja huella y que pone al descubierto lo que somos. Y todo para conseguir un vínculo concreto (páthos) con un ciudadano, con un consumidor, con un cliente, con nuestra pareja, con un alumno… : un voto, vender un producto, llegar más tarde a casa, un fin de semana con amigas, una clase magistral… En una sociedad cada día más competitiva y más globalizada, consigue sus objetivos quien cuenta con la capacidad de contar historias creativas: storytelling, elevator pitch, TED…(lógos)

 

¿Crees aún que no eres un buen orador? ¿Crees que no debes preparar tu discurso?

 

 

 

 

 

 

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OPINIÓN DE NUESTROS LECTORES

Alejandro Luna 21:20 03 febrero 2018

Gracias encontré un poco de lo que busco, pero me sirve de referencia. Saludos

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