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LAS VENTANAS DE FERNANDO Y TEOFILO

15 noviembre 2017

LAS VENTANAS DE FERNANDO Y TEOFILO

“Fernando García Morales nos legó cientos de columnas periodísticas sobre Cáceres que ahora va aireando Teófilo Amores”

Ventanas a las ciudad” fue un referente periodístico de Cáceres desde el que ese maestro, llamado Fernando García Morales, incrustaba unas semblanzas de gran sabiduría y conocimiento en su recorrido diario por las páginas de la historia de Cáceres. Unas ventanas que el mismo subtituló en su día como “Mis artículos periodísticos sobre la pequeña historia cacereña”.

Columnas, cuajadas de hondura y sabor, que ahora vuelven a la actualidad, vía Facebook, gracias al compromiso, tesón y trabajo de Teófilo Amores Mendoza, que todos los días, desde hace unos meses nos deja la semblanza dibujada por Fernando en su día, pespunteada, eso sí, con un documento fotográfico de gran relieve.

Mi querido Fernando –“¡Animo, Juan, nunca pares de escribir, aunque luego rompas las cuartillas…!”-- era un periodista, escritor, investigador, trabajador constante, buena gente, conocedor de todos los rincones y esencias de los apuntes de la historia de la ciudad, que se volcó, siempre, en la investigación y en la divulgación de todo un amplio abanico de las más variadas dinámicas cacereñas. Toda una lección.

Lo que llevó a cabo por todos los medios, tertulias e inquietudes en las que se afanó constantemente con un empeño tan grande que Fernando, casi vivía en la calle, tal se conformaba su espíritu e inquietud, actividad, ocupaciones y preocupaciones, entre quehaceres, notas, entrevistas, tertulias, preguntas ciudadanas, curiosidades, explicaciones, indagaciones, conformando una verdadera enciclopedia periodística.

Aquel Fernando (García Morales, claro es), rememorando una de sus citas sobre mi padre, Valeriano (Gutiérrez Macías, claro es), redactor del periódico “Extremadura”, cofundador de “Radio Cáceres”, “La Voz de Extremadura”, con “Cáceres, tres menos cuarto”, que se trabajaba a golpe de recorrer la ciudad en un sin parar, periodista del semanario “Cáceres”, corresponsal del diario “Ya” y de las agencias “Mencheta” y “Logos”, colaborador en “Onda Cero”, columnista del “Hoy”, apasionado y amante de la ciudad…

Fernando era de los que trasegaba por los parajes y pasajes de Cáceres varias veces al día, galopando de uno a otro lado entre adioses, charlas, saludos, paradas y altos en el camino, y, de modo constante, la sonrisa, la cordialidad, la generosidad que le distinguía en el latido de su inmenso cacereñismo.

Se comprometió por Cáceres, con su gente, sus tradiciones, sus calles, sus personajes, sus problemáticas, sus vivencias y sus pálpitos, que, posteriormente, trasladaba a los medios de comunicación como un altavoz cuajado de luz...Y, como consecuencia, se reflejaba el rayo del eco cuando al cruzarte con el paisanaje te espetaban: “¿Has oído a Fernando?” o “¿Has leído a Fernando?”. Otros corroboraban: “¡Lo ha dicho Fernando…!”. Escuchar o leer a Fernando era, por tanto, un crédito de primicia, de noticia, de veracidad.

Aquel periodista humano y amigo, humanista y popular, sencillo y conocedor de tantos y tantos temas, que se dejaba la piel por los campos de la información, que le marcó enseguida, porque lo llevaba en sus adentros.

De ahí que en sus espacios y columnas siempre estuvieran enmarcados los parámetros del cacereñismo, la palpitante actualidad, el buceo por la historia y la documentación, el cuidado del rigor, el segmento de temas tan variopintos que enriquecían su firma, siempre tan esperada por oyentes y lectores.

Un día empezó a lanzar una columna diaria con el sugestivo título de "Ventanas a la ciudad". Un reto y un desafío con un artículo diario que rezumaba esencia cacereñista a tope. Artículos sobre tipos populares como “El Nano”, orígenes de nombres de calles, leyendas en el archivo de la ciudad, tradiciones como la de la Fiesta de los Mártires, semblanzas como la de Gil Cordero, la expulsión de los judíos, la vida de aquellos antiguos cafés como el Viena, las Ferias y el paisaje de su colorido, la simbología del Paseo de Cánovas, los santos cacereños a lo largo de la historia, las pardillas del Guadiloba, el epicentro de la Plaza Mayor, las fuentes que abastecían a Cáceres…

Y que, ahora, nos va trasladando, con señalado relieve, Teófilo Amores Mendoza, que fuera Secretario General de la Cámara de Comercio, y que, desde diversos grupos de Facebook, como “No eres de Cáceres si…” o “Fotos antiguas de Cáceres”, letra a letra, palabra a palabra, párrafo a párrafo, artículo a artículo, y, al tiempo, reactualizando aquel aire fresco de las “Ventanas de la Ciudad”, de Fernando García Morales.

Una forma cuajada de saber y de sabor por las que Teófilo abre cada día, de par en par, el ventanal periodístico de las columnas escritas de forma próxima por Fernando, que fluyen por las campas informáticas, y que, en apenas cuatro o cinco meses, ya ha posibilitado más de doscientos sesenta mil lectores bajo el eco del barniz periodístico y adobadas con los testimonios de quien, sin duda, fue un exponente y uno de los mejores conocedores de Cáceres en una gran amplitud de sus campos.

A los dos, pues, desde este rincón personal, el testimonio del agradecimiento: Porque entre los escritos que dejó Fernando a través de las rotativas y micrófonos, y el trabajo que va desempeñando Teófilo, se ha logrado revitalizar un periodismo que marcó una etapa en Cáceres, y cuyas columnas, hoy, desprenden nostalgia en el recuerdo, en el sentir y el conocimiento, al tiempo, de tantos internautas.

Miembro de la tertulia “Alcántara”, vicepresidente de la Asociación de la Prensa, cofundador del Ateneo de Cáceres, Hijo Predilecto de Cáceres, autor de libros como “Cáceres, la historia viva” y “Ventanas a la ciudad”, con cientos de artículos y colaboraciones, firmados con su nombre, con sus iniciales, como Doctor Karín, como Gamo, y a quien un día el Ayuntamiento nombró Hijo Predilecto de Cáceres.

La divulgación de estas columnas, es de agradecer por cuanto supone la recuperación de aquel periodismo, marcadamente cacereño, que queda presa de los archivos, del silencio y hasta, lamentablemente, quizás, del olvido, porque el paso del tiempo es así de cruel. Pero que, ahora, sin embargo, se refrescan con la libertad del aire de la hemeroteca.

Una labor en, hacia, para, de, con y por Cáceres, que nos impregna a todos de una serie de eslabones que se ubican en el tesoro histórico de la ciudad, con el nombre de un todoterreno del periodismo, maestro, amigo, colega, sencillamente Fernando García Morales, que me dio su último abrazo en la presentación de mi novela “El Rabadán de Extremadura”.

NOTA: La fotografía es de Juan Guerrero.

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