La corrupción nos está llevando a los españoles a un estado de crispación crónica, que puede poner en peligro nuestra democracia y el estado de derecho.
Por Extremadura pasan pocos trenes de progreso esa es la verdad, pero los pocos trenes que pasan por unas razones u otras, casi siempre, los dejamos pasar.
España siempre ha sido un país de PILLOS Y DE PÍCAROS que podría justificarse en la pobreza que siempre ha estado presente y en las pocas ganas de trabajar y falta de seriedad que tanto abunda en nuestro país.
Las próximas elecciones municipales y autonómicas pueden ser tan decisivas para España como aquellas elecciones municipales que nos trajeron la II República.
Si hay una Comunidad en España que tiene derecho a exigir una compensación por el olvido sufrido a lo largo de los siglos esa es sin lugar a dudas Extremadura.