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Gini y los salarios

01 julio 2014

El índice de Gini mide hasta qué punto la distribución de los ingresos entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una distribución perfectamente equitativa.

El índice de Gini mide hasta qué punto la distribución de los ingresos entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una distribución perfectamente equitativa. Un coeficiente de 0 representa una equidad perfecta, mientras que un índice de 1 representa una inequidad perfecta. Pues bien, en España este índice no para de aumentar desde 2008 (un 5,6%), y un 2,1% en el último año, hasta alcanzar el 0,34, es decir, la desigualdad de ingresos cada vez es mayor en nuestro país.

En ello tiene mucho que ver la pérdida de empleo y la notable rebaja de las condiciones laborales, especialmente el recorte en los salarios. Los resultados de la última Encuesta anual de Estructura Salarial correspondiente al año 2012 nos han dejado unos titulares en la prensa tremendamente significativos a este respecto: “El porcentaje de trabajadores con salario mínimo toca el máximo en ocho años”, “Los seis años de crisis no corrigen la desigualdad salarial” o “Los temporales ganan un 34% menos que los fijos”.

Se resume así un panorama desalentador y susceptible de empeorar ya que los datos referidos a 2012, no recogen el periodo más intenso de la devaluación salarial que ha tenido lugar en 2013, cuando, asimismo, se ha producido un acusado repunte de la contratación a tiempo parcial.

En cualquier caso, estos datos evidencian, por un lado, el continuo desplome de los salarios en nuestro país, y, por otro, el progresivo incremento de las desigualdades, algo que incluso denuncia la OCDE posicionándonos como el segundo país más desigual de la UE, tras Letonia.

Gracias a la reforma laboral ha aumentado el desempleo, se han recortado los salarios, se ha congelado el Salario Mínimo Interprofesional y se está apostando descaradamente por el contrato a tiempo parcial de carácter involuntario, algo que, a su vez, está provocando una mayor apertura de la brecha salarial entre hombres y mujeres, que el propio INE califica de “apreciable”.

El recorte salarial y las peores condiciones laborales que promueve el Gobierno suponen una apuesta por un modelo de competitividad de vía estrecha, de muy negativo efecto sobre la calidad de vida de las familias y sobre la sostenibilidad misma del crecimiento.

En el caso de Extremadura desgraciadamente se cumplen también todas estas premisas. Los trabajadores extremeños son los terceros peor pagados de España (19.721,35€). El escaso tamaño del sector industrial en Extremadura, donde se ubican los trabajadores mejor remunerados, explica parte de esta diferencia.

La brecha salarial entre mujeres y hombres se amplía. Los salarios de la mujer caen la región un 3,5%, muy por encima de la media (-0,8%) representando de media el 80,62% del de los varones. Pero no es la única desigualdad, según el tipo de contrato, los extremeños que trabajan con carácter temporal cobran el 65,3% de los que lo hacen mediante contrato indefinido lo que se traduce en 7.500 euros menos al año. Y los trabajadores extranjeros cobran un 27,5% menos de la media extremeña.

Si en el ámbito nacional, 12 de cada 100 trabajadores se encuentran en la peor franja salarial, inferior al Salario Mínimo, tratándose del mayor porcentaje de este tipo de sueldo en el total de trabajadores en los últimos ocho años, en Extremadura , en 2008 el salario que deja por debajo un 10% de los trabajadores extremeños era de 8.596,36 euros, en 2012 era de 7.313,14 euros, un 15% inferior, con lo que se demuestra que también en la región se avanza en la representatividad de los salarios mínimos.

Los datos son rotundos. Las políticas implementadas en los últimos años en favor de una devaluación salarial están dando sus frutos agrios. Han hecho caer la demanda, han provocado deflación, en muchos casos suponen un paso adelante hacia la marginación y, además, golpean las fuentes de financiación de la seguridad social.

Por su parte, la desigualdad creciente es un evidente factor de repercusión negativa en el crecimiento económico y en la reducción de la pobreza. Además de su componente moral constituye un ataque directo a la estabilidad social al favorecer la multiplicación de los problemas sociales. La crisis y su gestión, con la austeridad como bandera, han provocado que se agrave el riesgo de ruptura social en España y en Extremadura

Esta preocupante situación, que esperemos no sea irreversible, requiere de una estrategia de mayor altura de miras, que suponga la generación de empleos de calidad, que son los que aumentan la productividad y competitividad a medio y largo plazo, y salarios dignos. Y en la situación actual, tras años de caída de las retribuciones salariales, esto pasa porque los salarios comiencen a lograr moderadas ganancias de poder de compra, para que las familias puedan consumir e impulsar así la demanda. Sin ello, la recuperación tan ansiada seguirá sin apreciarse de forma nítida y el índice creado por Corrado Gini continuará creciendo.

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